LOS PICOS MÁS ALTOS NACIDOS DEL FONDO DEL OCÉANO
Vistos desde la distancia, luna los pináculos de la cordillera del Himalaya se alzan como las torres y torretas de un lejano palacio de cuento de hadas. Los picos coronados de nieve brillan blancos a la luz del sol, como si estuvieran hechos del más fino mármol. Pilares gigantes de roca parecen flanquear verjas abiertas. Cuando el sol se desliza hacia el horizonte occidental, sus rayos bañan las cimas de un suave arrebol rojo. Las sombras se persiguen unas a otras a través de las crestas rosadas. Cuando la luz se debilita y la noche se fortalece, las montañas quedan fijadas como picos negros y desdentados, perfilados contra un cielo estrellado. Con la forma de una media luna pronunciada de unos 2.145 km. de longitud – aproximadamente la distancia de Londres a Moscú-, la cordillera más alta del mundo tiene una anchura que oscila entre 160 km. y 240 km. Tres de los ríos más grandes del mundo, el Indo al norte y oeste, el Brahmaputra al norte y este, y el Ganges al sur, rodean casi por completo la cordillera del Himalaya.
El nombre de Himalaya viene del sánscrito y significa «Morada de las Nieves». Las montañas son consideradas comúnmente como una sola cordillera, pero, de hecho, están compuestas por tres. La cordillera más baja y más hacia el sur, conocida como los Siwaliks, tiene picos que alcanzan los 1.500 m. sobre el nivel del mar. Más hacia el norte está el Pequeño Himalaya, aproximadamente de una altura triple. Ambas cordilleras comparten fértiles valles donde el clima es suave y prosperan muchos pueblos. La cordillera situada más hacia el norte, el Gran Himalaya, incluye el monte Everest, la montaña más alta del mundo con 8.848 m. sobre el nivel del mar.
Aunque se eleva tanto, el Himalaya comenzó su existencia enel fondo del mar. Peces fosilizados y restos de otra vida marina se encuentran con frecuencia entre las nieves. El océano y los continentes del mundo son transportados sobre inmensas «balsas» de roca, o placas tectónicas, en constante movimiento. Hace aproximadamente 60 millones de años, la placa que soportaba la India se movió hacia el norte, aplastando el suelo de un océano, conocido como mar de Tetis, contra la tierra de Asia. Las rocas se combaron entre sí y se quebraron. El suelo del océano se plegó, reventó y se apiló capa sobre capa de rocas distorsionadas. Siglo a siglo, la tierra tensada hacia arriba se convirtió en montañas y mesetas. Esas irresistibles fuerzas siguen trabajando todavía: estimaciones geológicas sitúan el crecimiento del Himalaya en aproximadamente unos 5 cm. por período anual.
En 1987, los oceanógrafos analizaron las partículas sedimentarias del suelo del océano Índico, que fueron arrastradas del Himalaya en la época de su concepción. Concluyeron que el monte Everest, y otros picos del Himalaya, nacieron hace unos 20 millones de años, envejeciendo por tanto 10 millones de años respecto de lo que se creía con anterioridad.
El señuelo del pico más alto del mundo
El primer viajero del Himalaya del que se tiene noticia fue Fa-Hien, un monje chino que se aventuró por las montañas, en el año 400 después de Cristo, en busca de la verdad religiosa.
Aficionados a la caza mayor de la India británica, en busca de tigres, osos y cabras montés, trazaron planos y exploraron grandes áreas de las montañas. Unos pocos cazadores, entre ellos B. H. Hodgson en 1832, relataron historias de una extraña criatura semejante a un mono, pero no llegaron a cobrar ninguna especie. Solamente a mediados del siglo XX este yeti o abominable hombre de las nieves se volvió el foco de las investigaciones científicas. Pero, a despecho del número de observaciones hechas por exploradores y montañistas, y del descubrimiento de grandes huellas, la existencia del yeti no ha sido establecida.
Cuando sir George Everest, geodesta, director del Servicio Geodésico de la India desde 1830 hasta 1843, condujo una expedición de reconocimiento del terreno del Himalaya, se trazó el gráfico de muchas montañas, pero no pudo indicarse con precisión la más alta. En 1852 se descubrió que la montaña conocida como la número 15 en los mapas del Everest era más alta que sus vecinas. En 1865 la montaña recibió el nombre de Everest en honor a sir George.
No mucho después de la expedición al Everest, los gobernantes de Tibet y de Nepal cerraron sus países a los europeos. En 1921 se persuadió al Dalai Lama para que permitiese entrar en el Tibet a unos cuantos europeos. Un equipo británico, bajo el mando del coronel Howard Bury, alcanzó el pie de la montaña, pero sólo tuvo tiempo de trazar el gráfico de las laderas más bajas. En 1924, un miembro joven del grupo, George Mallory, volvió, esta vez encabezando otro equipo.
Supervisado por sus compañeros, Mallory yun colega escalador, Andrew Irvine, decidieron escalar el pico final. La pareja ya había alcanzado casi la cima cuando fue envuelta en nubes; jamás se les volvió a ver. Nadie supo si habían conquistado o no el Everest, pero nuevas evidencias desveladas en el año 1980 indujeron a mucha gente a creer que lo hicieron.
En el año 1953, el lado tibetano estaba de nuevo cerrado para los escaladores, pero las fronteras de Nepal permanecían abiertas. En ese año, una expedición británica organizada con eficiencia militar por John Hunt, transportando oxígeno y tácticas desarrolladas en la Segunda Guerra Mundial, se encaró con la terrible grandeza del Everest.
En la mañana del 29 de mayo de 1953, el neozelandés Edmund Hillary y el sherpa Tenzing Norgay prepararon el asalto final. Saliendo de su campamento de avanzadilla situado a 8.540 m. se encararon con la dificultad de escalar a lo largo de una estrecha arista, con una caída de 3.300 m. a cada lado. Cinco horas más tarde, Hillary comprobó que habían alcanzado la cima.
«Mis sentimientos iniciales fueron de alivio», escribió después, «no más crestas que atravesar y no más elevaciones martirizándonos con esperanzas de éxito. Miré a Tenzing…. y no disimulaba su contagiosa sonrisa de delicia….».
Desde esta triunfante conquista, el deseo de los montañeros de tocar el techo del mundo se intensificó. Más de 130 ascensos han sido coronados por el éxito, cinco de ellos sin la ayuda de oxígeno.
ATLAS DE LO EXTRAORDINARIO;
Prodigios de la naturaleza (Vol. 1- Pág. 92; 1988).