El chamán es capaz de penetrar en estados modificados de consciencia a voluntad, ya sea mediente estímulos sónicos, posturas corporales, meditación, danzas extáticas o mediante el uso de sustancias psicoactivas, últimamente denominadas enteógenas, contenidas en varios tipos de plantas, que casi todas estas culturas chamánicas conocen y usan en mayor o menor medida, como por ejemplo, la ayahuasca, la amanita muscaria, el teonanácatl, el famoso cactus peyote, o una gran variedad de daturas. Aunque hay algunos autores como Michael Harner que opinan que la idea de que todos, o incluso una mayoría, de los chamanes deben usar drogas psicodélicas es incierta.
El sistema cognitivo del ser humano está caracterizado por sus estados internos, mentales, y por los procesos que provocan elsalto de un estado a otro. Y tales estados y procesos tienen una parte bioquímica que se puede modificar con el uso de esas sustancias alucinógenas, y una parte cultural que se adquiere a partir de los entrenamientos que recibe el individuo. Se utilizan alucinógenos o enteógenos para autoinducirse estados mentales en los cuales el conocimiento es generado no a través de procesos lógico-racionales, sino por revelación, con lo que se intenta transformar el esquema mental habitual, para hacer accesible la otra realidad en sus primeros pasos al presunto chamán.
Según las conclusiones de Fericgla en su trabajo de campo con los jívaros shuar, estas sustancias actúan en la imagenería mental desarrollando capacidades que todos los humanos ya poseemos, incluídos los occidentales, aunque no las usemos porque dependemos mucho de la tecnología. Estas capacidades innatas, entre las que puede encontrarse la creatividad, están de algún modo conectadas con el área de los procesos mentales que estas sustancias pueden atravesar.
Curioso es, de nuevo, las diferentes concepciones entre las culturas: en el mundo occidental estas sustancias químicas a menudo se las relaciona, sus efectos, con los de la locura o la esquizofrenia, y se las denomina peyorativamente drogas, mientras que los chamanes hablan de ellas como medicinas y afirman que las metamorfosis que les producen le ponen a uno en contacto con el espíritu. Son un medio y no un fin en sí mismas. Y en occidente se usan como fin, produciendo la dependencia, la degradación y por último, la extinción. Asimismo, algún producto o sustancia que para una cultura no es alterador de la metne, para otra sí que lo es, por lo que puede resultar, mal utilizado, un agente destructivo.
También es interesante señalar que las últimas investigaciones en neuroquímica indican que el cerebro humano posee sus propias sustancias alucinógenas, tales como la dimetiltriptamina, o una sustancia química equivalente al ingrediente activo de la marihuana, la anandamina, la cual provoca unas reacciones bioquímicas de efectos muy parecidos a los de la hierba, en situaciones especiales para ayudar a calmar la sensación de hambre o aligerar la percepción del dolor.
Pero las drogas no son el único medio de acceder a esas fascinantes honduras de la mente, el método básico de la inducción al trance se centra en una combinación de la canción, el uso del tambor y de la danza. El efecto provocado por los sones emitidos por los tambores, maracas y otros instrumentos de percusión, es el vehículo más utilizado por los chamanes en sus escapadas a esos otros mundos. Aunque en la Antropología se había pensado simplemente que el tambor sólo era usado para acompañar las danzas, los sonidos producidos por medio del tambor consiguen efectos psíquicos similares o mayores que las comentadas sustancias enteógenas. Parece ser que el estímulo auditivo o visual constante a ciertas frecuencias altera el sistema nervioso central y dirige las ondas cerebrales hacia una armonía determinada, y es de utilidad para facilitar la imaginería y eliminar el dolor, o la depresión.
Siguiendo con el cerebro, existen ciertas posturas corporales que facilitan el trance chamánico. Las posturas en cuestión aumentan la producción en el cerebro de ondas theta y de endorfinas beta: analgésicos naturales del propio cuerpo. Esto puede aplicarse a las técnicas de relajación y concentración que practican los yoguis. Hay quién va más lejos y afirma, como la antropóloga Felicitas D. Goodman, que determinadas posturas provocan la transformación física del practicante en diversos animales.
En algunos de estos estados modificados de consciencia las facultades perceptivas se agudizan de tal manera que es posible dar saltos intuitivos de una magnitud inalcanzable en estado normal. Algunos especulan, ya se ha indicado antes, sobre la posibilidad de que estos hechos aludan a un determinado nivel de consciencia, algo similar al Inconsciente Colectivo que proclamaba Jung, al que probablemente podría llegarse de esa manera. Estas teorías se pueden relacionar con creencias que el chamán siempre ha sostenido y que aún son sostenidas en el Oriente. Y en la actualidad, también se pueden relacionar con las resonancias mórficas* que el biológo Rupert Sheldrake ha propuesto, aunque han sido muy criticadas y cuestionadas.
(continuará)
muy buena la info! seguro que te interesa en youtube hay un documental de María Sabina que habla de todo esto, 😉
Muchas gracias!