Amelia Earhart fue una pionera de la aviación. Célebre por sus marcas de vuelo y por intentar el primer viaje aéreo alrededor del mundo sobre la línea ecuatorial.
«Soy consciente de los peligros, quiero hacerlo porque lo deseo. Las mujeres deben intentar hacer cosas como lo han hecho los hombres. Y cuando fracasen, su fracaso debe ser un desafío para otras». Estas palabras, recogidas de una de las cartas que Amelia Earhart enviaba regularmente a su marido, el editorialista George Putnam, tras sus viajes, resumen el pensamiento vital de la que está considerada la gran heroína de la aviación. En 1932, cinco años después de que Lindbergh sobrevolara el Atlántico por primera vez, esta mujer inquieta y audaz, nacida en 1897 en Atchinson, Kansas, emprendió una empresa similar que la encumbraría a los altares de la exploración. La gesta le reportó fama y dinero, amén de la medalla de Oro de la National Geographic Society, entregada por el presidente Herbert Hoover, y la Distinguished Flying Cross del Congreso de EE UU, otorgada por primera vez a una mujer.
Pero la hazaña que la convirtió en mito comenzó el 21 de mayo de 1937, cuando, a bordo de un Lockheed Electra, emprendió la vuelta al mundo. Lamentablemente, el destino le tenía reservado un trágico final. Tras recorrer 22.000 millas, y a sólo 7.000 para completar el desafío, su avión desapareció en el oceáno Pacífico. Era el 29 de junio de 1937. El presidente Roosevelt ordenó su búsqueda con 9 barcos y 66 aviones, en una operación cuyo coste alcanzó los cuatro millones de dólares de la época. Nunca la encontraron.
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