
Existe una alegre figura de flautista conocida como Kokopelli, un símbolo prehistórico usado sobre todo por varias de las culturas del sudoeste norteamericano, que ha sobrevivido a través de los siglos y desde los años noventa se ha convertido en motivo omnipresente en los EEUU, desde vallas publicitarias o edificios comerciales hasta camisetas, tatuajes o tangas.
Así, el antropólogo Ekkehart Malotki señaló en su libro Kokopelli: The Making of an Icon, «Parece que no hay límites para las formas en que se puede aplicar el motivo de Kokopelli». También en el citado libro, el autor cree que hasta el nombre es un error basado en un malentendido. Malotki piensa que Kokopelli proviene de la mala pronunciación por parte de no indígenas de la palabra Kookopölö, un kachina hopi.

Muñeca Kachina (Kookopölö, Kokopelli) , a finales del siglo XIX.
Foto vía el Museo de Brooklyn.
Aunque Kookopölö nunca toca la flauta, el personaje posee una espalda encorvada, un pene prominente y poderes sobre la fertilidad. Y la reinterpretación que hicieron los seguidores de la nueva era en los años noventa acabaron por desvirtuar y hasta literalmente castrar, como veremos, a esta antigua figura.
Kokopelli Rock (cerca de Río Grande), Condado de Río Arriba, Nuevo México.
Las primeras imágenes del nuevo icono del suroeste provienen de representaciones de flautistas grabadas en arte rupestre y cerámica por pueblos nativos norteamericanos de una antigüedad de entre 600 y 1600 años d. C. aproximadamente. Estas imágenes muestran a un flautista con la espalda arqueada o incluso jorobado, que se corresponde con un arquetipo de diversas tradiciones nativas norteamericanas y relacionado con la fertilidad agrícola y sexual.
No pocos de los flautistas se muestran con prominentes penes erectos que en estos tiempos modernos parecen demasiado procaces para los diversos motivos de las tiendas de regalos. Otros flautistas que parecen pájaros emplumados o insectos con antenas han sido remozados a unos flamantes músicos con rastas. Y hasta las jorobas se transforman en mochilas llenas de semillas.
La mayor parte de este curioso arte rupestre se halla en Arizona, Nuevo México y Utah, aunque se han hallado figuras similares en lugares vecinos como Colorado, Texas y al sur de la frontera con México. Estos flautistas, solos o en parejas, bailan, desfilan, cazan y disfrutan del sexo en cientos de escenas representadas en superficies rocosas por pueblos indígenas.
Aunque no es una deidad única ni, como se ha señalado, de una sola tribu. Diferentes grupos realizaron interpretaciones particulares del personaje que deambulaba de pueblo en pueblo, atrayendo buenas cosechas y seduciendo a las féminas con un instrumento de viento mágico. Su flauta, en particular, simbolizaba el poder de cortejar. En muchas tribus nativas americanas, estos instrumentos se utilizaron para crear «señales y serenatas» que conjuraban «magia de amor», según el antropólogo Dennis Slifer. En algunas representaciones de Kokopelli, la poderosa libido del dios se enfatizó en términos más directos: mediante la adición de un pene visible y turgente. Así el flautista podía ser bien juglar, bien chamán, comerciante o embaucador. Como ha señalado Slifer, Kokopelli no surgió de una sola historia, sino que probablemente sea el resultado de una «fusión compleja de varios mitos, deidades, personalidades y rasgos que evolucionaron durante un período de al menos mil años».

Probablemente sean estos poderes primordiales, fecundación y traer abundancia, los que han cautivado a los fanáticos de Kokopelli a lo largo de los siglos. “Hay algo arquetípico y universalmente atractivo en el personaje del flautista”, ha escrito Slifer. «La creencia generalizada de que era un símbolo de la fertilidad, juglar o comerciante errante, sacerdote de la lluvia, chamán, mago cazador, embaucador y seductor de doncellas».

Luego llegaron los filósofos de la nueva era y lo asociaron con imágenes de iluminación y naturaleza, y los avispados del marketing lanzaron a los flautistas, ya sin pene eso sí, en cientos de productos comerciales. El pensamiento y activismo ecológico de la nueva era “ayudaron a allanar el camino para la aceptación de Kokopelli como un icono nostálgico del noble salvaje”, ha escrito Malotki, aludiendo a la apropiación cultural que ha supuesto la popularidad de Kokopelli. De este modo Kokopelli comenzó a aparecer en camisetas e imanes, y se incorporó a los logotipos de empresas que van desde cooperativas de alimentos orgánicos hasta lugares para masajes ayurvédicos. El personaje también ha llegado a significar, más simplemente, un espíritu libre. Y muchos que usan camisetas y compran cerámica decorada con su imagen parecen desconocer los orígenes de Kokopelli, identificándolo simplemente como un símbolo de la subcultura hippie o New Age.
Fuentes:
How Kokopelli, the Flute-Playing God, Conquered Pop Culture
Kokopelli: Flute Player of the Southwest
Kokopelli: The Magic, Mirth, and Mischief of an Ancient Symbol, DENNIS SLIFER
Kokopelli: The Making of an Icon, EKKEHART MALOTKI