EL NUEVO PASATIEMPO DE LOS SUPER RICOS: CAZAR EXTRATERRESTRES

KEITH A. SPENCER     La búsqueda de señales de radio alienígenas es financiada en gran parte por multimillonarios. ¿Es una buena idea?

En la era de los barones ladrones, el símbolo de estatus más importante para los súper ricos era tener el nombre de uno en una biblioteca o universidad, a lo Andrew Carnegie, John D. Rockefeller o Andrew W. Mellon. Hoy en día, ese símbolo de estatus, -al menos para cierto segmento de la élite de Silicon Valley-, es un radiotelescopio. El Instituto SETI, acrónimo de «Search for Extraterrestrial Intelligence» (Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre), es la principal organización internacional encargada de explorar los cielos en busca de señales potenciales de civilizaciones extraterrestres. En la actualidad, el Instituto SETI está financiado en gran medida por donantes individuales – y la lista de donantes principales se lee como un quién es quién de la riqueza tecnológica. Entre los mayores contribuyentes del Instituto SETI: luminarias multimillonarias como William Hewlett y David Packard, homónimos de la Corporación Hewlett-Packard; Gordon Moore, cofundador de Intel; Paul Allen, cofundador de Microsoft; y Yuri Milner, el capitalista de riesgo nacido en Rusia metido en muchos negocios de Silicon Valley. Aparte de que todos son multimillonarios, todos los mencionados anteriormente trabajan o trabajaron de alguna forma en tecnología.

La búsqueda de E.T. no siempre fue una empresa privada. Cuando los astrónomos se dieron cuenta por primera vez de que las ondas de radio podían utilizarse para la comunicación interestelar, muchos gobiernos e investigadores académicos se interesaron en la posibilidad de buscar señales extraterrestres. Después de todo, la búsqueda de ondas de radio es un proceso relativamente barato y fácil; sólo tienes que apuntar tus radiotelescopios hacia el cielo y escuchar. Frank Drake, ahora profesor emérito de astronomía en la Universidad de California, Santa Cruz, inició la primera búsqueda SETI cuando, en 1960, apuntó a dos estrellas cercanas con una antena del Observatorio Nacional de Radioastronomía.

Durante un tiempo, el gobierno federal, a través de la NASA, financió esfuerzos para escuchar las señales potenciales de los extraterrestres. Sin embargo, en 1993, el senador de Nevada Richard Bryan introdujo una enmienda en un proyecto de ley de asignaciones de la NASA que despojó a los esfuerzos del SETI de la NASA de cualquier financiación, a pesar de sus minúsculos costos en comparación con el presupuesto general de la NASA. La búsqueda más extensa de esfuerzos de inteligencia extraterrestre se trasladó a un modelo de financiación privada basado en la donación; así nació el Instituto SETI, una organización sin fines de lucro.

No es una coincidencia que la privatización de la búsqueda de inteligencia extraterrestre ocurriera en el mismo momento en que las economías occidentales estaban adoptando reformas económicas neoliberales, vendiendo amplias franjas del estado de bienestar social a intereses privados, contratando a otros, y confiando en fundaciones privadas para cumplir con tareas que anteriormente habían sido del dominio del gobierno: cosas como proporcionar vivienda, comida y refugio a los ciudadanos; subvenciones para la educación superior; financiación de las artes y las ciencias, etc. «La era del gran gobierno ha terminado«, declaró el presidente Clinton en su discurso sobre el Estado de la Unión de 1996, tomando prestada una calumnia («gran gobierno«) que la derecha había inventado para tratar de emponzoñar la noción de que cualquier forma de gobierno podría ser cualquier cosa menos hinchada e intratable.

«El neoliberalismo es un sistema global de poder minoritario, saqueo de naciones y expolio del medio ambiente… un sistema hegemónico de intensa explotación de la mayoría«, escribieron Alfredo Saad-Filho y Deborah Johnston en «Neoliberalismo: Una Mirada Crítica«. En la medida en que las políticas neoliberales otorgan «poder minoritario» a un pequeño grupo de élites, el neoliberalismo es esencialmente una forma suave de autoritarismo, en la medida en que dichas políticas toman los aparatos democráticos del Estado y los ponen en manos privadas, o los asignan a tecnócratas inexpugnables. Esta es quizás la razón por la que la industria de la tecnología, con su tendencia a menudo ridiculizada de comprimir todas las cuestiones sociales en «problemas» y «soluciones» excesivamente simplificados, encaja tan bien con la mentalidad neoliberal: todo el ethos de Silicon Valley es dejar que los expertos técnicos apliquen sus trucos y soluciones a la vida cotidiana, en sus propios términos monetizados.

¿Qué tiene que ver toda esta charla sobre el neoliberalismo con los alienígenas? Resulta que la historia del SETI y del Instituto SETI es realmente una historia de economía, específicamente del neoliberalismo. Porque no sólo la búsqueda de E.T. está en manos privadas, sino que aquellos que creen en su misión, y aquellos que buscan extraterrestres, les han otorgado propiedades extrañas que reflejan más la era en la que vivimos que cualquier principio cósmico «universal» de la sociología.

Echa un vistazo a Silicon Valley y encontrarás todo tipo de tecnólogos que están convencidos de que tienen una idea bastante clara de cómo serán los extraterrestres una vez que los conozcamos. En 2015, un grupo de científicos y directores generales, entre ellos Elon Musk, firmaron una carta de advertencia contra los intentos teóricos de enviar mensajes a los extraterrestres; en ella, escribieron sobre su preocupación de que «debido a que recientemente (en términos cósmicos) hemos alcanzado una capacidad de comunicación interestelar, es probable que otras civilizaciones comunicativas que encontremos sean millones de años más avanzadas que nosotros«.

Las proyecciones sobre las intenciones de los alienígenas también aparecen en las páginas de prestigiosas revistas científicas, incluyendo Nature, que publicó un editorial en 2006 sobre su temor de que un alienígena reciba un mensaje humano que pueda «revelar algún defecto peculiar en nuestro maquillaje psicológico que los especialistas en ‘operaciones encubiertas’ alienígenas podrían empezar a buscar formas de explotar«. Oye, eso suena como la trama de «Half-Life».

George Basalla, un historiador que ha escrito extensamente sobre la historia de SETI, cree que los creyentes de SETI son más parecidos a los seguidores religiosos que a los científicos. Cita las formas en que los científicos del SETI son incapaces de evitar transponer la civilización humana, la cultura y las costumbres a los teóricos alienígenas, un pecado que nubla su capacidad para buscar E.T. en primer lugar. «A pesar de los esfuerzos de los científicos del SETI para evitar las trampas del antropomorfismo, duplican la vida terrestre y la civilización en planetas distantes, creando una sucesión de mundos extraterrestres que reflejan los suyos«, escribe Basalla. Continúa: «Los investigadores de SETI tienden a transferir la vida y la cultura terrestre al resto del universo porque operan más allá de los límites de su conocimiento y competencia cuando discuten la universalidad de la ciencia y las matemáticas, la evolución biológica y cultural, la idea de progreso, la naturaleza de la tecnología y el significado de la civilización«.

La propiedad transitiva de la arrogancia

La arrogancia de los científicos que transponen la cultura humana, la civilización, las creencias y la biología en su búsqueda de inteligencia extraterrestre tiene un extraño espejo en los multimillonarios de Silicon Valley que donan a esta tentativa. Cualquiera que haya pasado tiempo en Silicon Valley es consciente de la vanidad de la tecnocracia de élite que gobierna el valle, con su creencia pseudoautoritaria en la creación de una sociedad libre de democracia dirigida, administrada y operada por tecnócratas. Y mientras que las fundaciones privadas de las élites tecnológicas, -desde la Fundación Bill y Melinda Gates hasta la Iniciativa Chan-Zuckerberg-, hablan de este objetivo de rehacer el mundo en sus propios términos inexplicables, ocasionalmente alguien lo dice en voz alta, como cuando el capitalista de riesgo y cofundador de PayPal Peter Thiel escribió: «Ya no creo que la libertad y la democracia sean compatibles«.

Llamémoslo chovinismo STEM (de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, por sus siglas en inglés, nota del traductor), tal vez. Es una tendencia que es bastante perceptible en las decisiones empresariales del mundo de la tecnología. Obsérvese: la transformación de Facebook en una especie de pseudo-nación estatal, y sus garantías públicas de que hará todo lo posible para mantener intacta la integridad de nuestras democracias, lo cual, como señaló astutamente Max Read, es aterrador escuchar proveniente de una corporación. O el distópico Soylent, un sustituto alimenticio en polvo diseñado para solucionar el «problema» de comer eliminando por completo los placeres de la comida; o en la competencia desesperada entre las mayores compañías de tecnología para automatizar los coches y así eliminar a todos los conductores humanos; o en la saga de la tan malvada «Bodega», un nuevo intento de automatizar y eliminar las tiendas de esquina dirigidas por personas…. Podría continuar. En cualquier caso, el extraño culto de Silicon Valley cree profundamente que son los tipos más inteligentes de la sala, y que el mundo debería ser gobernado por sus reglas.

Este tipo de mentalidad se extiende hasta los esfuerzos filantrópicos de Silicon Valley, que a menudo se basan en fantasías tecno utópicas sobre cómo funciona el mundo. El director ejecutivo de Facebook, Mark Zuckerberg, tuvo una vez la arrogancia de creer que él solo sabía cómo arreglar las escuelas públicas de Newark, a pesar de no tener experiencia educativa; Zuckerberg donó 100 millones de dólares en el intento pero sin resultado alguno. Demasiado para el gobierno de los tecnócratas.

Así que volvamos al SETI y al Instituto SETI. Todos los multimillonarios llegan a un punto en el que su dinero ya no les compra poder ni felicidad; muchos multimillonarios recurren a la filantropía para amortiguar aún más su legado y su ego, ya que aunque nadie puede lograr la inmortalidad práctica, dotar una biblioteca, universidad o edificio es lo más cercano que pudiera  llegar a tener nuestro nombre para siempre.

El siguiente paso para los tecnócratas super-ricos, entonces, es tener su nombre en lo que puede ser el evento más importante en la historia de la humanidad: la búsqueda para afirmar que no estamos solos en el universo. En la actualidad, gran parte de la infraestructura del Instituto SETI es nombrada por y para sus donantes: está el Allen Telescope Array, nombrado en honor a Paul Allen; y la Breakthrough Prize Foundation de Yuri Milner, su donación de $100 millones para proyectos del SETI. Si una señal es realmente descubierta en virtud de uno de estos esfuerzos, el donante multimillonario indudablemente se convertirá en una especie de icono durante los próximos mil años, todo por tener el privilegio de gastar el dinero que hizo de la mano de obra de otros para pagar a otras personas para que construyeran un telescopio (o financiaran un programa de subvenciones) con su nombre en él.

En una era en la que nuestra cultura se obsesiona con las vidas y creencias de los CEOs y billonarios, y muchos los ven como nuestros salvadores, parece imprudente promover nuestra adulación. Después de todo, nos metimos en nuestro lío político trumpiano creyendo que los que son ricos son inteligentes, y viceversa; sin embargo, los verdaderos talentos de los ricos tienden a evitar los impuestos y a presionar a los políticos para que hagan cosas para aumentar sus ganancias.

Independientemente de si usted piensa que las señales alienígenas están a la vuelta de la esquina o no, la privatización del Instituto SETI es un triste reflejo de la tendencia de las instituciones que actúan en el interés público a ser llevadas al reino del donante privado. Por ahora, el Instituto SETI vive en la intersección de un diagrama de Venn: un círculo lee «la arrogancia de los technorati«, el otro círculo «nuestro momento económico». Si hay extraterrestres ahí fuera leyendo, me disculpo de antemano por los bichos raros que dirigen nuestro extraño planeta.

KEITH A. SPENCER  (28/11/17)        Alternet        [Traducido por JUAN PEDRO MOSCARDÓ para LibertaliadeHatali]   Fuente original:  Salon

«LA MUJER Y EL MONSTRUO»: LA PELÍCULA QUE INSPIRÓ «LA FORMA DEL AGUA» SIGUE TAN SUGESTIVA Y POÉTICA COMO HACE 63 AÑOS

JOHN TONES                A estas alturas ya es de dominio público: la flamante ganadora de los Oscar 2018 a mejor película, director, banda sonora y diseño de producción nació de una frustración infantil. Concretamente, la que puso de los nervios a Guillermo del Toro cuando salió de ver ‘La mujer y el monstruo (título español para el mucho más evocador ‘Creature from the Black Lagoon‘) profundamente decepcionado porque los paradigmáticos mujer y monstruo no acababan juntos.

Lo curioso es que, pese a la inevitable romantización que los años le han dado a la película, no hay ningún tipo de reciprocidad, empatía o entendimiento entre ambos. Posiblemente son muchos años en los que nos hemos acostumbrado a la idea del monstruo con buen fondo cautivado por la belleza de una fémina y que gracias a ella / debido a ella se sacrifica para no hacer daño a sus congéneres (los de ella, claro). De ‘King Kong‘ a las primeras películas góticas de la Universal, como ‘El doctor Frankenstein‘ o ‘El hombre lobo‘, el monstruo siempre era un señor torpe pero galante. En este caso, algo menos.

Menos galante que en ‘La forma del agua‘ desde luego, donde presenciamos una relación hecha y derecha, con consumación incluida, entre una mujer y un hombre-pez. Pero aunque ‘La mujer y el monstruo’ va por derroteros menos erotizados, y aunque Guillermo del Toro recoge múltiples influencias en su película, desde luego la Criatura de la Laguna Negra es la referencia más clara y directa. La revisamos para entender por qué, justo 63 años después de su estreno, sigue siendo todo un clásico.

El ataque del Hombre-Branquia

Aunque hoy día, por tradición y porque la película lo merece, la Criatura de la Laguna Negra (nombre oficial: Gill Man, u Hombre-Branquia) forma parte del panteón de monstruos clásicos de la Universal, junto a Drácula o La Momia o El Hombre Invisible, llegó a las pantallas unos años después que los clásicos, en 1954. Para entonces, la Universal ya llevaba un tiempo autoparodiándose de forma involuntaria (con los tronadísimos cócteles como ‘La zíngara y los monstruos‘) o muy conscientemente (con las películas de Abbot y Costello enfrentándose a sus criaturas).

En 1954 el auténtico filón estaba en el cine de ciencia-ficción, y un poco en esa dirección mira la película, que si bien no es una producción de género, desde luego está más cerca de sus tropos que del castillo con telarañas y la damisela con candelabro y camisón. Tenemos científicos que hacen un descubrimiento que podría cambiar nuestro concepto del origen del hombre, tenemos introducción divulgativa con voz en off, tenemos bicho verde -más alienígena que no-muerto- y tenemos 3D.

El argumento es un peculiar conglomerado de esa ci-fi de moda y de las clásicas monster movies de la casa: un grupo de científicos descubre un fósil de una mano palmípeda que podría apuntar a un eslabón perdido entre criaturas prehistóricas marítimas y terrestres. Un grupo comandado por el Dr. Reed (Richard Carlson), su colega Kay Lawrence (Julia Adams) y el ambicioso Dr. Williams (Richard Denning) viajan al Amazonas a investigar y allí desatan la ira de una criatura anfibia que, defendiéndose de la intrusión, comienza a atacar la embarcación humana.

El origen del argumento está en una fiesta en casa de Orson Welles en 1941 durante el rodaje de ‘Ciudadano Kane‘. Su buen amigo William Alland, miembro del grupo Mercury Theater donde Welles obtuvo sus primeros éxitos, escuchó una historia en boca del cineasta latinoamericano Gabriel Figueroa, que aseguraba que la historia de un ser anfibio que una vez al año salía del Amazonas, raptaba una doncella y volvía al río era completamente cierta. Una década después, con una firme carrera en Hollywood como productor de éxitos dentro del boyante género de ciencia-ficción (por ejemplo, ‘Llegó del más allá‘ de Jack Arnold), aún seguía dándole vueltas a la historia del ser del Amazonas.

Alland escribió un tratamiento inicial inspirado en ‘King Kong’, en el que la criatura se enamoraba de una mujer humana, era capturada y llevada a la civilización, donde escapaba y sembraba el caos. Finalmente, Alland abandonó la idea -que sería retomada en las secuelas, ‘La venganza del hombre monstruo‘ y ‘El monstruo camina entre nosotros‘, resultonas pero decididamente inferiores a su precedente- y mantuvo la acción restringida al Amazonas.

Arthur Ross, nominado al Oscar por el guión de ‘Brubaker‘ en 1980 y curtido guionista de películas como ‘La carrera del siglo‘ o episodios de series como ‘Peter Gunn‘ o ‘Alfred Hitchcock presenta‘, se encargó de darle la forma final. El encargado de dirigir la producción fue Jack Arnold, viejo conocido de Alland y auténtica estrella de la ciencia-ficción del momento, gracias a películas como las citadas, Tarántula o la que quizás sea su indiscutible obra maestra, ‘El increíble hombre menguante‘.

Poética submarina

Por asombroso que pueda parecer dado que hoy aún se la ve erróneamente como producto camp, el impacto y fama de ‘La mujer y el monstruo‘ (500.000 dólares de presupuesto, tres millones de recaudación) vino de que el público nunca había visto un monstruo así. El diseño se distanciaba del estilo «maquillaje y prótesis sobre un actor» de anteriores monstruos de la casa, con un traje de cuerpo completo de un detallismo que aún hoy resulta espectacular: la textura escamosa, el escalofriante brillo de vida en los ojos, las branquias palpitando con la respiración del monstruo…

El diseño del monstruo tiene una peculiar historia detrás: su creadora fue una mujer, Millicent Patrick, polifacética artista que participó como actriz en 21 películas, hizo diseño de producción para muchas más y se convirtió en la primera animadora contratada por Disney. Antes de ‘La mujer y el monstruo‘ participó en varias películas de monstruos de Universal con diseños parciales de las criaturas, pero Gill-Man fue su primera creación total. Por desgracia, el entonces muy popular George Hamilton “Bud” Westmore, hoy famoso por sus prácticas profesionales poco éticas, luchó para que el nombre de Patrick quedara fuera de los créditos iniciales y recibir él toda la fama.

Llegaron a crearse dos trajes del monstruo. Uno para el nativo de Florida Rico Browning, cuyo estilo a la hora de nadar tras ser filmado para unos planos submarinos de prueba gustaron a Arnold. Y otro para el especialista Ben Chapman, que interpretó a la Criatura fuera del agua y que medía dos metros de altura, así que no podían compartir el traje. Esto llevó a sutiles diferencias entre ambos disfraces. Por ejemplo, el traje de Chapman tenía unos abdominales extra al ser más grande.

Millicent Patrick con su Criatura

Esa atención puesta en el diseño de la criatura por encima de cualquier otra cuestión del film parece dar la impresión de que Arnold se maravilla con su monstruo, y como en las grandes películas góticas de la Universal, ‘Creature from the Black Lagoon‘ empatiza con el diferente, lo que sin duda la vincula con ‘King Kong‘. En todo momento entendemos que los humanos son invasores, que son ellos los que vienen a arramblar con un hábitat ajeno, y los que agreden no por miedo ni por protegerse, sino por pura rabia o ambición. Las acciones de Gill-Man son primitivas y brutales, pero de algún modo el espectador entiende que está defendiendo su territorio.

Por eso, en las sugestivas escenas submarinas, las más famosas de la película, en las que el monstruo espía a Julia Adams mientras ésta se refresca en las turbias aguas de la Laguna Negra, lo vemos todo desde la perspectiva de la criatura. Estas escenas, que en su día estuvieron maravillosamente potenciadas por el efecto 3D con el que se rodó la película, se convirtieron rápidamente en las más recordadas, y son claramente las que más han influido a Del Toro, ya que despiden una poética ingrávida y siniestra muy especial, además de un curioso erotismo que, a diferencia de lo que sucede en ‘La sombra del agua‘, queda eternamente sin enunciar -por motivos obvios-.

Imitadores con branquias

La popularidad de la criatura la ha llevado a ser homenajeada en distintas ocasiones, aunque siempre en papeles secundarios. Quizás las más memorables son el feroz y espectacular homenaje de ‘Una pandilla alucinante‘, el fugaz paso por el cóctel animado de monstruos clásicos de ‘Hotel Transilvania y, cómo no, Tío Gilbert, un Gill-Man con traje que apareció en la primera temporada de ‘La familia Monster‘. Eso sin contar la gran cantidad de imitadores e hijos bastardos que le han salido, de los excesivos ‘Humanoides del abismo‘ del Corman más zetoso o la brutal italianada ‘La isla de los hombres peces‘.

‘Una pandilla alucinante’

Tampoco es de extrañar que la primera ‘Creature from the Black Lagoon‘ haya intentado ser relanzada en distintas ocasiones. El caso más popular es el de John Landis en 1982, que quería producir un remake con el propio Jack Arnold dirigiendo y con Nigel Kneale (creador de Quatermass) con un guión que llegó a completarse con dos Criaturas, una agresiva y otra más sensitiva. La decisión de Universal de dar prioridad a ‘Tiburón 3. El gran Tiburón‘ dio al traste con el proyecto.

Otros directores que se han hecho cargo del posible remake han sido John Carpenter, Peter Jackson e Ivan Reitman en los noventa, Gary Ross -tras el éxito de ‘La momia‘ en 2001 (con la ayuda de su padre Arthur A. Ross, uno de los guionistas originales), Guillermo del Toro en 2002 con un proyecto que tenía mucho en común con ‘La forma del agua‘, Breck Eisner en 2005, y ya en 2012, Dave Kajganich. Se preveía un remake como parte del Dark Universe de Universal, con guión de Will Beall. El fracaso de ‘La momia‘ y la salida de Alex Kurtzman y Chris Morgan ha vuelto a poner en entredicho el proyecto.

Está claro que nuestro Hombre Pez, en cualquier caso, se resiste a ser olvidado. El calor con el que ha sido recibida ‘La forma del agua‘, toda una secuela apócrifa de ‘La mujer y el monstruo‘, es la mejor prueba: brutal o romántico, submarino o en tierra firme, parece que ‘Branquias bajo el agua‘ vuelve a ser el baile de actualidad.

JOHN TONES                                 ESPINOF

LA EXTRAORDINARIA VIDA DE ISABELLE EBERHARDT

Isabelle con ropas beduinas en 1900/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

JORGE ALVAREZ          En su libro Grandes aventureras 1850-1950, Alexandra Lapierre y Chrystel Mouchard hacen una adecuada presentación de una exploradora algo atípica, valga la redundancia: “Si se puede decir de muchas de las aventureras que abandonaron un nido confortable, de Isabelle Eberhardt se puede decir todo lo contrario: con múltiples identidades, venida de ninguna parte, no cesó de intentar unir lo que en ella estaba dividido para colocarlo en un único lugar. Y cuando lo encontró se ahogó en él”. Sería un excelente epitafio para su tumba.

Isabelle Eberhardt, en efecto, no procedía de una ilustre familia. De hecho, tras su nacimiento en 1877 fue registrada como hija ilegítima para proteger la identidad del padre, un ex-sacerdote armenio llamado Alexander Trophimowsky, que no quiso reconocerla. Su propia madre, Nathalie Eberhardt, era hija natural de un alemán y una judía rusa, habiéndose casado con el general y senador Pavel Karlovitch de Moerder, un aristócrata viudo y cuarenta años mayor que ella con el que tuvo dos hijos, Nicolás y Vladimir.

En 1871, Nathalie terminó agobiada de la vida de casada, fugándose a Ginebra con el pope, al que habían contratado como tutor de los niños y quien a su vez ya había abandonado a su propia familia y colgado los hábitos. La muerte de Pavel solucionó cualquier problema legal y económico. Isabelle nació seis años después (antes había nacido otro varón, Augustin).

Trophimowsky, pese a eludir su responsabilidad paterna con Isabelle, sí le proporcionó una esmerada educación, ya que era un auténtico erudito que no dudaba en inculcar a los niños con una novedosa metodología que incluía su espíritu anarquista y ateo. Así, la niña aprendió francés, ruso, alemán e italiano, además de latín, griego y árabe clásico. No sólo idiomas, pues también dominaba materias como filosofía, química, historia, geografía y literatura, siendo una voraz lectora.

Un retrato poco común de Isabelle/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Esa atípica imagen para los estándares femeninos de la época se plasmaron asimismo en la costumbre de vestir ropa masculina. Pero no todo fue idílico. Todos los hermanos se sintieron constreñidos por un Trophimowsky que los trataba tiránicamente y poco a poco fueron marchándose. Augustin, por ejemplo, siguió el consejo de un amigo militar y para librarse tanto del influjo paterno como de unas deudas y un poco recomendable vínculo con un grupo revolucionario ruso, se alistó en la Legión Extranjera Francesa en 1894; fue destinado a la colonia de Argelia, despertando en su hermana -que también conocía a aquel oficial- un vivo interés por conocer el lugar.

Ambos mantuvieron una intensa relación epistolar durante tres años que ella, dando rienda suelta a su ya fértil imaginación, firmaba con pseudónimos orientalistas de ambos sexos, tal cual hacía en algunos cuentos que publicaba en La Nouvelle Revue Moderne. Las cartas de su hermano le resultaron de ayuda para otra obra, Vision du Moghreb, que era una historia de la religión en el norte de África escrita en un tono abiertamente anticolonial.

La foto más famosa de Isabelle, ataviada de marinero, hecha en 1895/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Isabelle amaba el mundo islámico por influjo de su padre, que la había instruido no sólo en el idioma sino también en las costumbres y la fe, leyendo juntos el Corán. Por eso perfeccionó su manejo del árabe por correspondencia y respondió a un fotógrafo llamado Louis David que, interesado por aquel libro, le ofrecía ayuda para establecerse en Bône (actual Annaba, en la frontera argelina con Túnez). Fue él quien en 1895 hizo la foto más famosa de Isabelle, ataviada con uniforme de marinero y apariencia andrógina.

En 1897 convenció a su madre para hacer ese viaje, aunque terminaron chocando con David y su esposa porque éstos desaprobaban la excesiva confraternización que sus huéspedes mantenían con la población local, así que se instalaron por su cuenta lejos de los colonos europeos. Isabelle siguió fiel a su afición a vestirse de hombre, allí con más razón porque si no, al ser mujer, la costumbre árabe le vetaba salir sola. Esas diferencias culturales no le hicieron mella y se convirtió al Islam, religión que se adaptaba muy bien a su espíritu fatalista que todo lo sometía a la predestinación y la voluntad divina.

Cartel de la película Isabelle, basada en su vida

Emulaba así al famoso Richard Burton, que también abrazó aquella fe aunque nunca lo hizo público. Igualmente, su madre la siguió en la decisión y, cuando murió a los seis meses, su hija mandó labrar en la lápida el nombre adoptado de Fátima Manoubia. Trophimowsky, que había sido avisado de la enfermedad cardíaca que mató a Nathalie, llegó tarde y chocó con su hija, que envuelta en lágrimas manifestó su deseo de acompañar a su madre y, para su propio pasmo, tuvo que rechazar el revólver que su padre le ofreció para ello.

Por lo demás, la depresión consiguiente llevó a Isabelle a refugiarse en el consumo de alcohol y hachís, así como a llevar una vida sexual tan activa como impersonal, relacionándose especialmente con gente humilde. Esto la convirtió en una rara avis para los musulmanes pero tolerada porque todos la consideraban una agente británica. Se hacía llamar Si Mahmoud Saadi y, entre narguile y narguile, debatía sobre teología o poesía y empezaba a trabajar en una novela romántica por entregas titulada Trimardeur.

Varias ediciones recientes de las obras de Isabelle/Imagen: Valérie Barkowski

Cuando Augustin fue expulsado del ejército le acompañó a Suiza para encontrar un drama familiar: su hermano Vladimir se había suicidado y su padre, con un cáncer en la garganta, falleció poco después; hay quien apunta que se suicidó o que ella le asistió en eutanasia. Era el final definitivo de la vida en Europa -o eso pensaba-, sólo dulcificada por un amor efímero con un diplomático armenio al que conocía desde adolescente y que se terminó cuando le destinaron a Estocolmo.

Ya sin ataduras, regresó a África y se zambulló de lleno en su alter ego masculino. Cuando agotó el dinero tuvo que retornar al viejo continente para vender su casa y solventar los problemas de herencia que había con la esposa original de Trophimowsky. Fue entonces cuando un amigo le sugirió dirigirse a París y ser escritora. Lo intentó sin éxito pero a cambio se le abrió la puerta a una insospechada aventura: la Marquesa de Morés quería averiguar la identidad de los tuareg que habían asesinado a su marido para llevarlos ante la justicia y contrató a Isabelle para que los buscara.

Así, viajó al Sáhara en el verano de 1900. Sin embargo, los obstáculos que pusieron las autoridades y el poco interés que ella misma aplicó a su misión hicieron que la frustrada marquesa dejara de enviarle dinero. Siguió viviendo en plan nómada hasta establecerse junto a un soldado argelino del que se enamoró, Sliméne Mahmi, levantando un escándalo entre los franceses al mostrarse públicamente de su brazo. Fue él quien la puso en contacto con los Quadriya, una orden sufí en la que se inició, lo que llevó a los galos a deducir que, en efecto, aquella alocada mujer era una espía.

Isabelle con diecisiete años, en otra foto de Louis David/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Pasó así de ser considerada una simple excéntrica a una sospechosa de agitación. Las autoridades destinaron a su novio a otro sitio para alejarla pero ella se quedó sin sospechar hasta qué punto levantaba odios. Tuvo ocasión de comprobarlo en enero de 1901 cuando acudió a Si Lachmi, un morabito, para pedirle ayuda económica: mientras esperaba fue atacada a sablazos por un hombre que dijo actuar en nombre de Dios. Hubo quien acusó al santón de instigar el atentado, ya que ella había sido su amante tiempo atrás, pero Isabelle, que recibió una herida leve en la cabeza y otra muy grave en un brazo, siempre creyó que aquello fue instigado por los franceses.

En cualquier caso, tras unas semanas en el hospital se reunió con su soldado pero, hartas de su incómoda presencia, las autoridades les denegaron el permiso para casarse y a ella la expulsaron de África. Tuvo que irse a vivir a Marsella, con Augustin y su esposa, si bien debió personarse en Argelia para el juicio contra su agresor, al que perdonó al ver que mostraba arrepentimiento y eso hizo que se salvara de la guillotina, a cambio de cadena perpetua. Luego volvió a Francia, tarbajando como operario portuario junto a su hermano disfrazada de hombre porque estaban en la miseria.

Isabelle enfermó e intentó suicidarse -algo que repetiría varias veces a lo largo de su vida- pero mientras la vida seguía y ella continuaba su novela. Fue entonces cuando conoció al dramaturgo Eugène Brieux, con quien coincidía en su postura anticolonial, que le pagó por varias de sus historias, aunque luego no encontró un editor que quisiera publicarlas. No obstante, hubo un pequeño atisbo de felicidad al ser destinado Mehmi a una guarnición cercana a la costa, lo que permitió que por fin contrajeran matrimonio en octubre de 1901 y, una vez licenciado él, se les autorizara establecerse en Bône primero y en Argel después.

Otras dos fotos características/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Como finalmente se resolvió el pleito por las propiedades de Trophimowsky sin que quedase nada, Isabelle empezó a escribir para el diario Al-Akhbar, publicando además las primeras entregas de Trimardeur. No cobraba mucho pero así compensaba el exiguo dinero que aportaba su marido como intérprete del ejército; la contrapartida fue que volvió a ponerse en el punto de mira de la opinión pública, especialmente después de que retomara sus ropajes de hombre, desapareciera durante semanas en el desierto para entrevistar a las tribus beduinas y frecuentara las visitas a otro santón sufí.

Lyautey años después, con uniforme de general/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Eso provocó el despido de Mehmi y eso les puso al borde de la ruina absoluta -ella no era buena administradora y todo lo gastaba en libros, regalos y tabaco-, de la que se libraron por la intercesión de algunos amigos. Uno de ellos fue Louis Hubert Lyautey, un oficial francés que años más tarde se haría famoso creando el Protectorado de Marruecos y llegaría a ser mariscal e incluso ministro. Pero de aquélla, año 1903, no era más que un militar al mando de Orán y partidario de una política de cooperación con la población nativa. Tras una entrevista para el periódico, Lyautey la contrató como enlace con los indígenas y, de paso, posiblemente también como espía.

Sólo que Isabelle ya estaba muy mermada de salud, en parte por la malaria y en parte por la sífilis. Tuvo que ser ingresada pero pidió el alta voluntaria, se reunió con su esposo y el 20 de octubre de 1904 se mudaron a una pequeña casa de adobe en Aïn Séfra… que al día siguiente fue arrastrada por una riada generada por una súbita tormenta. Mehmi pudo salir a nado pero ella desapareció bajo las aguas y su cadáver no apareció hasta que bajó el nivel, aplastado bajo una viga.

La tumba de Isabelle en Ain Sefra/Imagen: GoodReads

Hubo especulaciones sobre si aprovechó la ocasión para quitarse la vida pero es imposible saberlo. Lyautey pagó el entierro in situ de aquella joven -sólo tenía veintisiete años- en cuya lápida se pusieron tanto el nombre europeo como el musulmán. El director de Al Akhbar, que había entablado cierta amistad con su fallecida empleada, se encargó de publicar los manuscritos que ésta había dejado; el primero de ellos, Dans l’Ombre Chaude de l’Islam (En la cálida sombra del Islam) fue un éxito de crítica y situó el nombre de Isabelle Eberhardt en la Historia y la Literatura.

JORGE ALVAREZ                                 La Brújula Verde

Fuentes: Los diarios de una nómada apasionada (Isabelle Eberhardt)/Cuatro mujeres imprescindibles (Renata Durán)/Grandes aventureras 1850-1950 (Alexandra Lapierre y Chrystel Mouchard)/Isabelle Eberhardt and North Africa. Nomadism as a carnivalesque mirage (Lynda Chouiten)/Wikipedia

EL ASOMBROSO HOMO SAPIENS

Clásica alegoría creacionista (pintura de la Capilla Sixtina)

XAVIER BARTLETT          Debo confesar que cuanto más intento explicar nuestra presencia en este planeta, más incógnitas me surgen, pues más bien parecemos una gran anomalía o rareza frente al resto del mundo natural. Si descartamos las explicaciones de los dos extremos, el creacionismo religioso y el evolucionismo darwinista (para los cuales debemos realizar sendos actos de fe), apenas nos quedan dos opciones más: el diseño inteligente y el intervencionismo, y ninguno de los dos tiene sólidas pruebas que pueda avalarlo más allá de la especulación. En todo caso, ambos coinciden en que el ser humano es el producto de un proceso inteligente de creación, si bien los intervencionistas introducen en la ecuación la presencia de una inteligencia mediadora de carácter extraterrestre, esto es, la aplicación de ingeniería genética sobre una criatura ya existente. Y, por cierto, aunque parezca una anécdota, Alfred Wallace –el otro padre del evolucionismo– afirmó que “algún poder inteligente ha guiado o determinado el desarrollo del hombre”.

No voy a entrar ahora a valorar la validez de estas cuatro propuestas o visiones, pero sí al menos poner de manifiesto que el ser humano presenta una serie de notables diferencias con sus parientes más próximos que la evolución por selección natural (esa caja mágica donde casi todo es posible, según decía el biólogo Michael Behe) no puede explicar satisfactoriamente, porque a menudo entra en contradicción con sus propios postulados, o porque suele recurrir al inevitable azar –mediante las consabidas mutaciones aleatorias– para cerrar cualquier discusión, sin que haya forma empírica de probar que en un remotísimo pasado se produjo tal o cual mutación, ni qué efectos tuvo.

Ahora bien, para centrar la cuestión, primero debemos poner al hombre en su contexto natural, que los expertos de la antropología, la biología y las ciencias naturales sitúan en el orden de los primates, unos mamíferos placentarios que llevan varios millones de años sobre el planeta, según el registro fósil observado. La ortodoxa académica afirma que el primer primate –en su forma más arcaica– apareció hace unos 55 millones de años. Posteriormente, los primates evolucionarían, dando lugar a varios subórdenes y familias, y ahí encontramos la familia de los homínidos [1], esto es, los primates antropomorfos que comúnmente llamamos simios o monos, entre los cuales estamos incluidos según la clasificación científica. No obstante, hay que remarcar que el árbol genealógico completo del ser humano sigue siendo objeto de discusión, y depende de los nuevos hallazgos paleontológicos, de los modernos estudios genéticos, o simplemente de las visiones de los investigadores.

Lo que parece evidente es que al observar la anatomía de estos primates apreciamos muchas semejanzas físicas con nosotros, a lo que habría que sumar una coincidencia genética de hasta un 98% con los chimpancés, porque supuestamente descendemos de un ancestro común. No obstante, pese a tanta semejanza, hay un punto en que el abismo que separa a los humanos de nuestros parientes resulta difícilmente explicable según factores evolutivos. Vamos pues a analizar de forma resumida algunas de estas “distorsiones” del Homo sapiens, que muchos autores alternativos han sacado a la luz para poner en aprietos a los evolucionistas, e incluso –como hemos mencionado– para avalar la supuesta intervención de seres de otros mundos.

El salto súbito frente al gradualismo

S. J. Gould

La teoría evolucionista siempre ha preferido con mucho el llamado uniformismo o gradualismo frente al catastrofismo; esto es, la evolución actúa lentamente a lo largo de millones de años, con pequeños cambios graduales que se van acumulando en el marco de la selección natural hasta provocar la aparición de nuevas especies a partir de las viejas. Sin embargo, un reputado experto en evolución como Stephen Jay Gould empezó a dudar de este mecanismo ante la evidencia negativa del registro fósil (por otra parte, muy escaso e interpretable) y propuso que podían darse cambios súbitos en momentos determinados a causa de unas circunstancias ambientales excepcionales [2].
Y es en este escenario “excepcional” donde encajaría mejor el hombre: los propios antropólogos no se explican el rápido avance del ser humano frente a sus parientes, cuando el gran paquete de macrocambios (a través de las mutaciones) que afectó al hombre debería haber tenido lugar a un ritmo pausado de varios cientos de millones de años [3]. Sin embargo, todo indica que el ser humano se habría visto “beneficiado” por una fortuita y rápida cadena de mutaciones que se acumularon en pocos millones o cientos de miles de años, mientras que sus parientes se estancaron completamente. En suma, ningún científico tiene las claves de cómo y por qué se produjo el proceso de hominización ni su fulgurante desarrollo, ni tampoco por qué los otros primates antropoides se quedaron al margen, si convivieron en el mismo marco espacio-temporal.

Características anatómicas y genéticas únicas

Todos los primates –incluido el hombre– compartimos un conjunto de características físicas, al pertenecer a un tronco común. No obstante, está claro que deben existir otros rasgos anatómicos que hagan única o diferenciada a cada especie, y aquí es cuando surgen unos datos muy interesantes. A inicios del siglo XX, el antropólogo británico Arthur Keith –plenamente imbuido en el credo evolucionista– comprobó que el ser humano se apartaba bastante de ese tronco común, pues sus particularidades únicas (que él llamó caracteres genéricos) superaban con mucho al resto de primates. Así, por ejemplo, el gorila tiene hasta 75 rasgos propios; el chimpancé, 109; y el orangután, 113. En cambio, el ser humano tiene nada menos que… 312.

No somos tan similares a los chimpancés

Cabe insistir otra vez en el altísimo porcentaje de coincidencia genética con nuestros parientes más próximos, lo que todavía hace más sorprendente este hecho. Claro que el ADN del ser humano tiene una importante cantidad del llamado ADN basura, que todavía nadie ha explicado qué función o sentido tiene, si bien deberíamos concluir que todo en la Naturaleza tiene un orden y un propósito. Por otro lado, existe otra diferencia genética no poco importante: los humanos somos los únicos primates con 46 cromosomas, a diferencia de los 48 del resto de primates. Tampoco en este caso los expertos evolucionistas han sido capaces de explicar por qué en nuestro caso se produjo la fusión de dos cromosomas (¿el azar, como siempre?).

Finalmente, cabe citar que en todas las especies se producen trastornos o defectos genéticos –que son superados sin mayores problemas en el mundo salvaje– pero que en el ser humano se disparan hasta los más de 4.000, siendo algunos de ellos de tal gravedad que llegan a impactar directamente en la salud y la supervivencia de las personas, incluso antes de la edad de reproducción.

La pérdida del vello

Otro rasgo extraño en los humanos es la pérdida de la mayor parte de su vello corporal, cuando este factor parece que difícilmente podría haberse “seleccionado naturalmente” como un síntoma de avance o ventaja biológica. Lo cierto es que el vello cumple una misión básica de aislante, al proteger la piel frente a la radiación solar y las agresiones del ambiente. Asimismo, el vello permite mantener la temperatura corporal y facilitar una lenta evaporación de los líquidos, e incluso puede tener una importante función de camuflaje frente a las amenazas. Todos los mamíferos, a excepción de los que viven bajo tierra o en los mares, han conservado su pelaje natural, con lo cual retienen mejor el calor y la energía y realizan un reciclado o limpieza natural de su piel, lo que también redunda en una mejor protección contra las enfermedades. Además, la piel de los mamíferos está diseñada para repararse fácilmente de las heridas, rasguños o cortes (por un proceso llamado contractura), mientras que la del hombre, debido a la acumulación de grasa subcutánea [4], tiene serias dificultades para cerrarse.

Representación de un australopiteco, supuesto antepasado nuestro, cubierto de pelo

Sea como fuere, el hombre perdió casi todo su pelo –se supone que progresivamente– y se encontró inadaptado al medio, por lo que tuvo que cubrirse con vestimenta. La única raza humana que salió parcialmente del paso fue la negra, al haber desarrollado una piel muy oscura –más protectora– gracias a la melanina. Con todo, el evolucionismo no tiene una explicación clara o razonable para la pérdida del vello, aparte de las meras conjeturas, como por ejemplo la prolongada estancia en un clima muy cálido o bien en un medio acuático. Y como mera curiosidad, el pelo de la cabeza de los primates llega a crecer hasta cierto punto y se detiene; en cambio, en el ser humano no para de crecer y debemos cortarlo periódicamente. Y tal vez un cabello demasiado largo no sería muy práctico en un entorno salvaje…

El desarrollo del cerebro y el cráneo

Cráneo de Homo sapiens

Que el Homo sapiens desarrollara un cerebro tan grande y sofisticado en comparación a sus parientes es otro enigma sin resolver y para el cual se han propuesto varias teorías que tampoco pasan del estadio de especulación. Se supone que el uso de nuestras manos y la capacidad de manipular objetos (especialmente para crear herramientas) fue el primer paso para desarrollar la inteligencia, lo que comportaría una progresiva complejidad y aumento del cerebro. Pero esto no deja de ser una hipótesis más bien floja, pues muchos animales –incluso de cerebro escaso– son capaces de emplear objetos para conseguir sus fines y los simios más cercanos al hombre también crean herramientas simples a partir de objetos de su entorno.

Realmente nadie sabe qué produjo el progresivo aumento del cerebro desde el Homo habilis hasta el hombre moderno, con el consecuente crecimiento de la capacidad craneal. Sobre todo sorprende el paso de los 900 cm3 del Homo erectus a los 1.400 del sapiens o incluso los 1.600 del neandertal, ambos en periodos relativamente cortos (cientos de miles de años o menos). Y aún así, nos encontramos con la paradoja de que el tamaño no lo es todo, pues el diminuto Homo floresiensis, con un cerebro poco mayor que el de un chimpancé, podía fabricar utensilios casi tan buenos como los del Homo sapiens. En términos evolutivos, el cerebro humano es un mecanismo que consume mucha energía y que sería más bien un avance excesivo para lo que requeriría la mera supervivencia, y de hecho el evolucionismo no entiende que la naturaleza produzca avances más allá de lo necesario.

Dicho todo esto, podríamos discutir sobre la “superioridad” de nuestro cerebro, pero… ¿acaso el cerebro de los primates no está perfectamente adaptado a sus necesidades y forma de vida? Ellos han podido sobrevivir exitosamente y prácticamente sin cambios físicos durante millones de años. ¿Cuál sería el motivo por el que la naturaleza “seleccionaría” un cerebro más grande y complejo? ¿Qué clase de reto ambiental empujaría a tal desarrollo? ¿Existió algún competidor natural que forzase tal prodigioso avance? Todas estas preguntas están aparcadas en un callejón sin salida.

La alimentación carnívora

La obra de O. Kiss

Prácticamente todos los monos son herbívoros, y su estrategia alimenticia resultó exitosa en diferentes climas y paisajes de todo el planeta. La alimentación vegetariana resultaba más saludable, accesible y fácil para los primates y no había razón alguna para pasarse a una dieta carnívora. ¿O de pronto se dio una aguda necesidad de ingerir gran cantidad de proteína animal? En cualquier caso, pasar de la recolección a la caza representa todo un reto cuando evolutivamente no estás diseñado para ello, por las inadaptaciones físicas ya citadas. Nuestros antepasados bípedos tendrían que haber recurrido más bien a la actividad carroñera (lo que de hecho está documentado), pero el salto a la caza de presas fuertes, rápidas y ágiles no debería ser cosa fácil, aun disponiendo de herramientas o armas apropiadas.

Dejo aparte el tema del canibalismo en nuestros remotos ancestros (e incluso en el Homo sapiens), que también ha sido documentado puntualmente en excavaciones arqueológicas y que no tiene paralelo en el mundo de los primates. De algún modo, aquí encajaría la herética teoría del autor Oscar Kiss Maerth que propugnó en su libro El principio era el fin que la evolución humana vino marcada porque algunos primates avanzados se dedicaron a consumir los cerebros crudos de sus congéneres, lo que habría aumentado tanto sus impulsos sexuales como su inteligencia.

El bipedalismo y la debilidad física del sapiens

Esqueletos de neandertal y sapiens

Ya traté el tema del oscuro origen del bipedalismo en el ser humano, que podría ser mucho más antiguo de lo que se ha dicho hasta ahora, con el herético añadido de que es posible que nuestros parientes primates cercanos hubieran regresado a una locomoción cuadrúpeda a partir de un ancestro común bípedo, hace muchos millones de años. Por lo demás, se ha especulado sobre la causa primera del bipedalismo humano, pero a todas luces, en vez de avance evolutivo parece una marcha atrás, pues la locomoción bípeda es una clara desventaja en términos de carrera y estabilidad frente a los depredadores o competidores. Además, el humano erguido es más visible y carece de facilidad para trepar a los árboles en busca de comida y refugio, como hacen los simios.

Por otro lado, el desarrollo físico del humano moderno también parece empeorar en términos de adaptación al medio. No hay más que comparar nuestra fisonomía con el aspecto fuerte y robusto de cualquier primate, e incluso de los homínidos “pre-humanos”, para apreciar hasta qué punto los humanos se han vuelto frágiles y enclenques, lo que hoy en día podría explicarse por nuestro tipo de vida, pero no hace 100.000 años, cuando las condiciones climáticas eran muy duras y la lucha por la supervivencia exigía el máximo esfuerzo físico.

Si analizamos a nuestros “ancestros”, veremos que por lo menos hasta el neandertal, todos tenían una fuerte y compacta osamenta, parecida a la de los primates. Sus huesos eran más pesados y resistentes, mientras que nosotros somos más gráciles. Asimismo, los músculos de los humanos modernos son bastante más débiles (de 5 a 10 veces más) que los de nuestros parientes simios.

A este respecto, decir que nuestra inteligencia “suplió” esa desventaja frente a otras especies es una mera especulación. De hecho, el neandertal, que era inteligente y podía hablar, era bastante más fuerte que el sapiens y estaba más adaptado para soportar los rigores de la era glacial. Pero fue él el que desapareció, lo que a día de hoy sigue siendo un misterio.

La sexualidad y la reproducción

La sexualidad humana está claramente diferenciada de las del resto de primates, o de los mamíferos en general, sin que tampoco haya convincentes explicaciones académicas para este hecho. El macho humano tiene un pene sensiblemente más largo que el del resto de los primates y carece de hueso, como en el caso de sus parientes. Realmente, no se ve el motivo por el cual nuestros antepasados masculinos iban a perder características que funcionaban bien y aseguraban la reproducción. A su vez, las hembras humanas están permanentemente receptivas para la copulación, mientras que en las hembras primates, si bien se rigen igualmente por ciclos de celo para la reproducción, sólo están receptivas en momentos específicos. Algún científico, como Desmond Morris (autor de “El mono desnudo”), ha sugerido que precisamente la antes citada pérdida del vello podría tener relación con esa “revolución sexual” de los humanos, cuyos atributos sexuales quedarían mucho más visibles y sensibles en esas condiciones.

Además, volviendo al tema del cerebro humano, éste no sólo es más grande sino que se aloja en un cráneo cuya estructura difiere bastante de la del resto de primates, con el agravante de que en el momento de nacer el cráneo del bebé ha de ser lo bastante grande como para seguir creciendo después… pero el canal del parto de la mujer no “evolucionó” en consecuencia, lo que debió causar mucha mortalidad en tiempos remotos, y aun sigue causando molestia y dolor. ¿A qué se debe esta falta de adaptación evolutiva en la reproducción?

Conclusiones

¿Es creíble esta cadena evolutiva?

En fin, a la vista de todos estos elementos, más parece que la selección natural carece de mucha lógica si hemos de aplicarla al ser humano, pues –aparte de darse tantas mutaciones azarosas en un determinado sentido– los rasgos que nos han hecho humanos no se muestran como ventajas sino más bien inconvenientes para tener una exitosa supervivencia en el entorno natural. Así pues, da la impresión de que el evolucionismo tropieza con muchas piedras para explicar la diversidad vegetal y animal, pero llegados al terreno humano hace aguas por todas partes. El ser humano se presenta como un ente anómalo, inadaptado y débil, que se aupó a una categoría de semi-dios gracias a su inteligencia, cuyo origen o motivación está fuera de toda explicación. Tan parecidos a los primates y a la vez tan diferentes… la realidad de ese abismo es tozuda, por muchas vueltas rocambolescas que quieran darle los científicos darwinistas.

Hace unos pocos años veía las teorías de la intervención genética como una salida de tono o un argumento de ciencia-ficción, pero con el tiempo voy asumiendo que el papel del azar y el caos no se sostiene y que existe algún tipo de diseño inteligente sobre los seres vivos de este mundo. En este sentido, volvemos a los argumentos del principio: o hay un diseñador (o “programador”) primigenio, tal como defienden los partidarios del diseño inteligente, o bien existieron unos artesanos intermediarios con capacidad para modelar los diseños, algo que podríamos llamar “inteligencias superiores”. A partir de esta última visión, cobraría fuerza la hipótesis de que el ser humano es realmente un híbrido, una mezcla genética de dos organismos hecha ad hoc con unos fines que se me escapan. Por un lado, tendríamos a un primate antropoide más o menos avanzado y por otro tendríamos –hipotéticamente– a una criatura humanoide superior. Pero, ¿de dónde salió tal entidad? No tengo ni idea, si es que no he de volver la vista hacia la mitología…

© Xavier Bartlett 2018

Fuente imágenes: Wikimedia Commons

XAVIER BARTLETT      La Otra Cara del Pasado

[1] Técnicamente, se denomina a esta familia Hominidae, e incluye a chimpancés, gorilas, orangutanes y humanos. Recientemente se ha hecho la distinción de introducir el término homíninos para referirse sólo a los homínidos bípedos, o sea, al ser humano y a todos sus supuestos antepasados directos evolutivos.
[2] Esta es la teoría del “Equilibrio puntuado”.
[3] Según el científico evolucionista Daniel Dennett, la aparición de una nueva especie en un periodo de 100.000 años puede considerarse como repentina. Hay que tener en cuenta, además, que muchos de los rasgos de un animal –o incluso el animal entero– no varían a lo largo de muchos millones de años, permaneciendo inalterados e “inmunes” a la evolución. Esto se pudo comprobar en el caso del pez celacanto, que se creía extinguido hace 80 millones de años y que fue redescubierto vivo en el siglo XX con un aspecto idéntico al de los fósiles.
[4] Los seres humanos acumulan bajo la piel hasta diez más grasa que el resto de los mamíferos, lo que sólo tendría sentido si fuéramos una especie de origen acuático.

EL EXTRAÑO CASO DEL GEMELO ESPECTRAL QUE PERSEGUÍA A EMILIE SAGEE

Se supone que todo el mundo debe tener un duplicado exacto de uno mismo viviendo una vida completamente separada en algún lugar del mundo. De hecho, muchos de nosotros hemos tenido la extraña experiencia de un amigo insistiendo en que nos habían visto en algún lugar, cuando no estábamos allí.

Para la mayoría de nosotros, ese parecido es probablemente una persona ordinaria de carne y hueso que, a través de la lotería del ADN, simplemente comparte nuestros rasgos faciales y la forma de nuestro cuerpo.

Pero hay informes que son más difíciles de explicar. Uno de los más famosos es el espeluznante caso de Emilie Sagee, según informa el autor y espiritualista nacido en Escocia y Robert Dale Owen en su libro Footfalls on the Boundary of Another World (Pisadas en la Frontera de Otro Mundo) de 1860. Emilie nació en el siglo XIX en Dijon, Francia. Se ganaba la vida como maestra de escuela. Era guapa, inteligente, simpática y, según todos los informes, muy buena profesora. Pero le costaba mucho mantener cualquier empleo porque, al parecer, era seguida por un gemelo fantasmagórico.

Doppelgänger es una palabra alemana que significa «doble caminante». La historia que nos viene a la mente es que el doble de Sagee era más una maldición que una curiosidad. Emilie fue despedida un total de 18 veces debido a su doppelgänger. Su trabajo número 19 fue en una prestigiosa escuela de chicas en lo que ahora es Letonia. La Escuela Pensionat von Neuwelcke educaba a las hijas adineradas de la élite. Desde aquí obtuvimos los relatos más detallados.

La primera aparición del doppelgänger fue en un aula. Trece estudiantes dijeron que mientras Emilie enseñaba, su doppelgänger aparecía a su lado e imitaba todos sus movimientos. Aunque todos en la habitación podían ver el espectro, Emilie aparentemente no.

Más tarde, su doppelgänger apareció sentada tranquilamente en la silla de Emilie al frente del aula mientras la propia profesora estaba afuera en el jardín. Algunas valientes estudiantes intentaron tocar la aparición. Sus manos pasaron a través de ella, aunque informaron sentir una sustancia como un paño grueso. El gemelo fantasma también apareció mientras la clase caminaba en grupo, siguiéndolo a distancia, así como en las puertas. Según Owen, el fantasma era «perceptible para todas las personas, sin distinción de edad o sexo». Excepto, por supuesto, la propia Sagee.

La mayoría de los profesores estarían de acuerdo en que sería útil poder estar en dos lugares a la vez. Y algunos teóricos paranormales creen que el doppelgänger de Emilie podría haber surgido de sus intentos por ser una mejor maestra y vigilar más de cerca a sus estudiantes.

Pero si el doppelgänger trataba de ayudar, no lo hizo. Parece que Emilie también perdió su puesto en esta escuela. Sin embargo, Emilie debería estar agradecida de no haber visto a su propio doppelgänger. Encontrar a su doble espectral se dice que trae muy mala suerte.

LA MILENARIA CIUDAD DE UR

MIGUEL ÁNGEL FERREIRO      La ciudad sumeria de Ur se identifica con el actual Tell el Muqayyar, en Nasiriya —en el extremo sur de Irak— cerca de la desembocadura del río Éufrates, sobre un afluente ahora seco, en el golfo Pérsico. El nombre del lugar significa: “montículo de brea” y fue bautizado así por los habitantes locales debido a la presencia de las inmensas ruinas de la ciudad, de entre las que destacan el Zigurat de Ur.

Recreación de la ciudad

Ur se relaciona comúnmente con el lugar de nacimiento de Abraham, citada en la Biblia como Ur de los Caldeos (Génesis 11: 28-31). Esta ciudad-estado sumeria estuvo habitada entre el 2025 y el 1735 a.C., se la considera una de las ciudades más antiguas de Sumeria.

Ur a través de los milenios

Las primeras ocupaciones conocidas en la ciudad de Ur datan del período El Obeid de finales del V milenio a.C. Durante el IV milenio, llamado periodo de Uruk, comenzó un notable incremento de su producción cerámica y ya, en el año 3000 aC la ciudad experimenta un notable crecimiento. aunque sería durante el Periodo Dinástico Temprano (principios del III milenio a.C.) cuando Ur se convirtió en la capital más importante de la civilización sumeria, hasta que en el siglo IV a.C. el Eufrates cambió su rumbo y la ciudad fue abandonada.

A lo largo de los milenios, Ur, es conquistada, destruída y reedificada. Fue parte del Imperio Acadio tras ser conquistada por Sargón I aunque su propia nobleza, la llamada “dinastías de Ur” se alzó con la independencia generaciones después, la que será conocida como la III dinastía de Ur.

Durante el periodo de la III dinastía, la ciudad llegó a tener 200 mil habitantes y es la época en la que se construyen la mayoría de edificios que hoy se conocen, incluido su famoso zigurat —construido durante los reinados de Ur-Nammu (2113 – 2094 a. C.) y su sucesor Shulgi (2094 – 2047 a. C.). Esta dinastía caería por la presión de los pueblos nómadas que se fueron instalando cerca de la ciudad y que al final terminaron por invadirla, de nada sirvió la muralla de 270 km que construyeron para proteger la urbe.

Un ladrillo estampado con el nombre de Ur-Nammu de Ur

En los años siguientes, tras las conquistas de Hammurabi, durante el Imperio paleobabilónico (siglos XVIII y XVII a. C.), la ciudad destacó más por ser un importante centro de culto que por su artesanía o comercio. Mil años después, Nabucodonosor II realizó numerosas obras de reconstrucción en la ciudad, que aún era un importante centro urbano. El declive de la ciudad se produjo tras el final de los reinos mesopotámicos, con la aparición en la escena del Imperio persa. Ur continuó igualmente como una importante ciudad hasta que, en el siglo IV aC, el Eufrates cambió su rumbo y la ciudad fue abandonada.

El modo de vida

Las construcciones estaban realizadas a base de ladrillo de barro cocido y dispuestas a lo largo de calles y largos callejones estrechos y sinuosos. Las casas incluían un patio central abierto con dos o más habitaciones principales en los que residían las familias. Cada hogar tenia una capilla doméstica en donde se guardaban estatuas para el culto y una bóveda funeraria familiar.

Ruinas de Ur en la actualidad

Las edificaciones estaban muy juntas, con las paredes exteriores de una casa lindando inmediatamente con la siguiente. Aunque las ciudades parecían ser oscuras por la estrechez de sus espacios, los patios interiores de las casas y alguna que otra calle ancha proporcionaban luz, además, la aglomeración de las casas servía también para aislar los hogares del calor del verano.

Investigaciones Arqueológicas en Ur

Excavaciones en Ur

Las primeras investigaciónes en la zona fueron realizadas a mediados del siglo XIX por el entonces cónsul británico en Basora, J. E. Taylor, a petición del Museo Británico. Allí encontró tablillas que indicaban que los restos pertenecían a la Ur de la que hablaba la Biblia. Pero no se continuaron las excavaciones y se abandonó la zona, siendo pasto de los saqueadores que llenaron los mercados de Bagdad con miles de tablillas, terminando en colecciones privadas o destruídas.

Al finalizar la Primera Guerra Mundial, Irak pasó a ser administrado por Gran Bretaña. El Museo Británico envió entonces a sus arqueólogos entonces a Ur y a los restos de otras ciudades sumeria. Así llegó a la zona el arqueólogo británico Leonard Woolley y su equipo, entre los que estaba Max Mallowan, —que entonces estaba casado con la escritora Agatha Christie— que continuaron las excavaciones durante 12 años, entre 1920 y 1934; la zona era entonces una gran colina (Tell) de más de 7 metros de altura compuesta por los restos de adobe de la ciudad y sus murallas.

Leonard Woolley
Wooley con la famosa arpa de Ur

5 de aquellos años de investigación los centraron en Cementerio Real de Ur, con los ricos enterramientos de la Reina Pu-abi y el Rey Meskalamdug. Descubrieron 2100 tumbas (16 de ellas calificadas como “Reales”) y extrajeron miles de tabletas de arcilla con escritura cuneiforme que describían al detalle la vida y los pensamientos de los habitantes de Ur.

Una de las sorpresas más desagradables con las que se encontraron fue el llamado “pozo de la muerte“, que contenía los restos de 74 personas que parecía —según Woolleyy—que habían bebido voluntariamente alguna droga y luego se habían acostado en filas para ser enterrados con su amo, pero no fue la única tumba encontrada con restos de lo que parecían sirvientes reales.

Tocado de la reina Pu abi

En la década de 1970 el gobierno de Saddam Hussein emprendió la restauración del zigurat de Ur-Nammu, convirtiendolo en uno de los monumentos más importantes de Irak y un símbolo de su gobierno.

También se continuaron analizando los “pozos de la muerte” examinando los cráneos de las víctimas, llegando a la conclusión de que habían sido asesinados por un trauma de fuerza contundente, a modo de algún sacrificio ritual. Tras su asesinato los cadáveres fueron embalsamados en algún ungüento combinado con mercurio y luego vestidos con sus mejores galas y colocados en hilera en una cámara contigua a la del noble fallecido.

El pozo de la muerte
El Estandarte de Ur fue hallado en una tumba perteneciente a los siglos XXVII-XXV, en el período Dinástico Arcaico. Representa diversas escenas de la vida cotidiana y de guerra.

MIGUEL ÁNGEL FERREIRO        El Reto Histórico

LA BATALLA DE DAMASCO Y DE LA GHOUTA ORIENTAL

SERGE MARCHAND La capital siria, Damasco, y el espacio rural al este de esa ciudad, la Ghouta Oriental, son teatro de cruentos combates entre los yihadistas de al-Qaeda –respaldados por el Reino Unido y Francia– y las fuerzas de la República Árabe Siria. Esta última está tratando de liberar a la población de 7 años de ocupación y de imposición de la sharia. Pero las potencias coloniales se oponen a esos esfuerzos.

La capital siria, Damasco, está siendo constantemente bombardeada, desde hace 6 años, por los elementos armados de al-Qaeda atrincherados en la Ghouta Oriental, en el cinturón verde de la ciudad. Estas imágenes muestran los estragos causados por un obús disparado desde la Ghouta Oriental. El proyectil cayó sobre una vivienda del barrio damasceno de Ruk el-Dinh, el 23 de febrero de 2018, donde mató a 3 personas y dejó 15 heridos.

Durante los 6 últimos años, el ministerio sirio de la Reconciliación ha firmado más de 1 000 acuerdos de pacificación a lo largo y ancho del país y decenas de miles de elementos armados se han acogido a las numerosas amnistías decretadas a su favor. Esas personas se han reincorporado a la sociedad siria, incluso convirtiéndose a veces en miembros de sus cuerpos armados. Los elementos armados que combatían en la Ghouta Occidental aceptaron los acuerdos y se acogieron a la amnistía, posibilidad que siguen rechazando los de la Ghouta Oriental.

En esa parte del cinturón verde de Damasco, bastante extensa, vivían antes de la guerra más de 400 000 personas. Según la ONU, hoy quedarían allí unas 367 000. Según el gobierno sirio, la cifra es mucho menor y no pasan de 250 000 personas.

La principal ciudad de esa región, Duma, con una reputación bastante negativa, era conocida antes de la guerra por sus burdeles y su alta concentración de delincuentes y criminales.

El hecho es que esa zona se encuentra hoy bajo control de al-Qaeda, representada allí por el grupo armado que se hace llamar Yesh al-Islam, o sea «Ejército del Islam», y que recibe orientaciones de miembros de las SAS (fuerzas especiales británicas) y de oficiales de la DGSE francesa (inteligencia para el exterior) desplegados en la zona bajo la fachada de la ONG Médicos Sin Fronteras. A la cabeza de Yesh al-Islam está la familia conocida como Alloush o Allouche, poseedora de importantes bienes en Londres.

Desde julio de 2012 hasta su muerte, a finales de 2015, Zahran Alloush anunciaba varias veces por semana que iba a tomar Damasco y que cuando lo hiciera ejecutaría –sin juicio– a todos los «infieles», que son, a su modo de ver, todas las personas que no sean sunnitas. Este individuo impuso la sharia a todos los habitantes de la zona bajo su control, en aplicación de los principios enunciados por el predicador wahabita Abd al-Aziz ibn Baz. Encerró en jaulas a los que cuestionaban su autoridad, ejecutó a gran cantidad de personas, como mi vecino –un simple agente inmobiliario que vivía en el apartamento situado directamente debajo del mío– quien fue degollado en público porque se negó a decir que «Assad es un perro».

Zahran Alloush, quien hasta su muerte fue el jefe de Yesh al-Islam –la franquicia local de al-Qaeda, recordémoslo nuevamente–, recibía armamento de Arabia Saudita a través de Jordania. Con ese armamento llegó a organizar un desfile militar –con tanques y todo–, montado y filmado por el MI6 británico [1].

Cuando el Ejército Árabe Sirio –el ejército regular de la República Árabe Siria– emplazó artillería en el monte Qassium, la montaña que domina la capital, y comenzó a bombardear desde allí las posiciones de Yesh al-Islam, Zahran Alloush puso prisioneros en los techos, utilizándolos como escudos humanos.

Después de la muerte de este individuo, su primo Mohamed Alloush tomó el mando de Yesh al-Islam, a principios de 2016. Este otro miembro de la familia Alloush ya se había hecho célebre lanzando homosexuales desde los techos. No está de más resaltar que Siria protege a los homosexuales, siendo por ello una excepción entre los países musulmanes actuales e incluso en relación con lo que aún sucedía, hace sólo 30 años, en los países occidentales [2].

Sin embargo, Mohamed Alloush fue entronizado como jefe de la delegación de la oposición en las negociaciones de Ginebra, donde exigió –y obtuvo– que los cuadros y esculturas que decoraban el hotel donde se alojó fuesen recubiertos con velos. En medio de aquellas conversaciones, desde la sala de negociaciones, envío por Twitter varios mensajes orientando a sus secuaces que se prepararan para matar a los soldados del «puerco».

Hace sólo unos meses que el Ejército Árabe Sirio “selló” completamente la Ghouta Oriental. Hasta entonces sus habitantes tuvieron la posibilidad de huir. La ONU y la Media Luna Roja tienen libre acceso al lado bajo control de la República. Pero no tienen acceso al otro lado, de donde los yihadistas permiten la salida sólo a sus seguidores para recibir atención médica. Si el Ejército Árabe Sirio registra minuciosamente los camiones cargados de víveres antes de permitir su entrada en la Ghouta es porque en múltiples ocasiones los convoyes de la ONU fueron utilizados para introducir allí armas destinadas a los yihadistas. Los convoyes no pasan sólo si la ONU se niega a permitir que sean verificados.

La Ghouta es una zona agrícola que rodea la capital siria. Cuando la ONU envía productos que no se cultivan allí, su distribución a la población queda en manos de los yihadistas y son ellos quienes imponen precios considerablemente más elevados que los de la capital –a veces 4 veces más altos. Sólo los pobladores que juran lealtad a los yihadistas reciben de estos el dinero que les permite comprar esos productos [enviados por la ONU]. Los pobladores de la Ghouta que se mantienen leales a Damasco están condenados al hambre, impuesta a ellos por los yihadistas.

Durante 6 años, los yihadistas han estado atacando constantemente Damasco desde la Ghouta. Son muy numerosos los damascenos que han muerto desde entonces bajo los cohetes y obuses disparados desde la Ghouta, sin que la comunidad internacional se dignara a expresar ningún tipo de condena. Poco a poco, localidades ocupadas por los yihadistas en la periferia de Damasco han sido liberadas, Daraya, Muadamiyeh al-Cham, Qudsaya y al-Hameh, en agosto de 2016, y después Yobar, Barzeh, Qabun y Tichrin, en febrero de 2017. Los acuerdos firmados entonces estipulaban que los elementos armados que no quisieran acogerse a la amnistía se trasladaran –en medios de transporte facilitados por el gobierno sirio– a Idlib, en el noroeste del país [3]. La única condición era que liberaran a los pobladores.

La República Árabe Siria acaba de decidir ahora liberar de los yihadistas la Ghouta Oriental. La artillería y la aviación bombardean las posiciones de los yihadistas, tratando de eliminarlos con la menor cantidad de víctimas posible entre los civiles. Durante esa campaña, la circulación de convoyes humanitarios es imposible.

Por su parte, los yihadistas de al-Qaeda siguen disparando obuses hacia la capital. Antes del inicio de la ofensiva bombardeaban principalmente la embajada de Irán, en el barrio residencial de Mezzeh; las sedes de la televisión nacional y del ministerio de Defensa, en la céntrica Plaza de los Omeyas; el Centro Cultural ruso, en pleno centro de la ciudad, y la embajada de Rusia. Ahora los obuses y cohetes de los yihadistas caen en cualquier lugar. Los damascenos y los millones de sirios que rechazan la imposición de la sharia y que han buscado por eso refugio en la capital, bajo la protección del gobierno de la República Árabe Siria, tratan nuevamente de sobrevivir. Más de la tercera parte de los habitantes de Damasco prefieren mantenerse encerrados en sus casas por temor a morir alcanzados en plena calle por el bombardeo de los yihadistas. La cuarta parte de los comercios se mantienen cerrados y los servicios públicos y administraciones estatales han tenido que reducir sus actividades.

El Reino Unido y Francia tratan de imponer un cese de las hostilidades de 30 días en la Ghouta. Esos dos países no esconden su respaldo a la familia Alloush ni su hostilidad a la República Árabe Siria en general y a su presidente, Bachar al-Assad, en particular. El Reino Unido y Francia se negaron a asistir a la conferencia de paz de Sochi, donde estuvo representado más del 90% de los sirios –sin la familia Allush [4].

Como medio de solución de un conflicto, la guerra simplifica primeramente los problemas de forma extrema y divide a los hombres en dos bandos –nunca en tres–, contrariamente a lo que pretenden hacer creer los representantes del Reino Unido y Francia. Por desgracia, una guerra se hace matando la mayor cantidad posible de enemigos y tratando a la vez de matar la menor cantidad de partidarios propios, en la medida de lo posible. En todas las guerras, los contrincantes se ven obligados a sacrificar cierto número de sus propios seguidores, sin eso no sería una guerra sino una simple operación de policía.

Cuando la coalición occidental bombardeó la ciudad iraquí de Mosul, el año pasado, para liquidar a unos miles de yihadistas que allí quedaban, mató muchos más civiles que combatientes –entre 9 000 y 11 000 civiles, según las fuentes. Los medios de prensa occidentales saludaron con entusiasmo aquella victoria. Hoy, esos mismos medios occidentales difunden incansablemente las imágenes de dos niñas de la Ghouta en medio de los bombardeos. Ninguno se pregunta quiénes son los familiares de esas dos niñas, ni cómo aprendieron inglés. Ninguno piensa en los demás niños que mueren en Damasco bajo los obuses de los yihadistas. Todos imploran que cese la masacre.

La proclamación de un alto al fuego no tendría ninguna consecuencia práctica. Porque al-Qaeda estaría excluido de ese cese de hostilidades, además de que lo rechazaría. Y la Ghouta Oriental está únicamente bajo control de al-Qaeda.

En esas condiciones, lo que cabe preguntarse es por qué el Reino Unido y Francia promueven la idea de un alto al fuego irrealizable. ¿Por qué Londres y París se empeñan en dar un respiro a al-Qaeda, en detrimento de los civiles a los que oprime?

SERGE MARCHAND        Red Voltaire

[1] «El Reino Unido promociona a los yihadistas», Red Voltaire, 16 de mayo de 2016.

[2] «Daesh y los homosexuales», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 20 de junio de 2016.

[3] Arreglos similares ya se han aplicado anteriormente y han sido rigurosamente respetados por el gobierno sirio. Nota de la Redacción.

[4] «Consenso entre sirios en Sochi», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 6 de febrero de 2018.