Antes de empezar con el artículo, es necesario que el lector mantenga ciertos aspectos en mente. El primero de ellos es que la religión de que se ocupan estas líneas, el Zoroastrismo, cuenta por miles los años de su existencia y por lo tanto ha ido cambiando y adaptándose a las circunstancias históricas, como un proceso natural. El siguiente es que, a menos de ser indicado —como sucederá un poco más abajo—, el marco temporal al que se refieren estos artículos sobre la religión Mazdeísta oscilará entre el siglo V aec, momento en que los zoroástricos aparecen por primera vez en los registros escritos, y la llegada del Islam a Persia, hacia 650 ec. Cualquier referencia temporal fuera de estos puntos, se señalará debidamente.
Los orígenes del culto zoroástrico
Aunque posiblemente le dediquemos otro artículo a esta materia, es necesario establecer unas bases sobre Zoroastrismo antes de empezar a escribir sobre él. Fundamentalmente respondiendo a una pregunta simple pero compleja: ¿qué es? El zoroastrismo fue la religión oficial de los Aqueménidas, los Partos y los Sasánidas. Explicar una religión es algo que puede resultar aparentemente sencillo, pero detrás de las cuatro claves que puedan proporcionarse, el lector tendrá que entender que no se trataba de un manual de instrucciones que seguir a diario, sino de una creencia real. Esto es, aquellos que seguían las enseñanzas del Zoroastrismo realmente creían y vivían lo que hacían de manera muy intensa, como cualquier otra creencia que date de la misma época. Detrás de los ritos, de las palabras y de la lista de divinidades, lo que se exhibe es un pensamiento cosmológico, antropológico, celestial y humano que determina todo lo que pasa en el plano terrestre.
La raíz del cultor avéstico parece tener su origen en un sistema indo-iranio que combinó los cultos de ambas tradiciones[1]. De hecho, el propio Avesta toma mucho de los famosos Ṛgveda indios, lo que es ejemplo de un nacimiento común. La religión zoroástrica, en general, tiene mucho compartido con la védica, y sobre el tema se han escrito muy buenos trabajos[2]. No podemos detenernos en todos ellos y posiblemente volvamos también sobre el tema, pero es necesaria esta apreciación como primer punto de partida del Zoroastrismo y la creación del Avesta: es inseparable de su vecina India.
A pesar de que la aparición de este culto de manera documental no tuvo lugar hasta el siglo V aec, es muy posible que sus orígenes se remonten a, por lo menos, mil años antes[3]. No se puede determinar con exactitud cuándo surgió —es una tarea titánica y poco realista—, pero basándose en su estructura religiosa sí es posible afirmar que la expansión del Zoroastrismo se produce con la aparición de su profeta o personaje destacado, Zoroastro.
Zoroastro / Zaratustra, el profeta
La etimología de su nombre es, en realidad, más próxima a «Zaratustra», mientras que «Zoroastro» sería la adaptación tras la transformación inglesa, «Zoroaster», que deriva de una transcripción griega, Ζωροάστρης[4] Por cercanía al término «Zoroastrismo», en este proyecto hemos escogido mantener el nombre de Zoroastro, pero el más correcto sería Zaratustra.
Este nombre iranio combina dos palabras que proporcionan una idea sobre la sociedad en la que este personaje vivó. El significado general sería «el que puede manejar camellos», que aduce a una sociedad fundamentalmente ganadera y a caballo entre el nomadismo y el sedentarismo[5]. Cualquier referencia acerca de su vida ha sido tomada de los Gathas y de los escritos griegos en los que aparece —como las obras de Janto de Lidia, Platón o Herodoto—.
La figura de Zoroastro sigue siendo polémica hoy en día, ya que se orbitan todo tipo de opiniones con respecto a él. Por ejemplo, Jean Kellens y Prods Oktor Skjærvø han sugerido que tal vez sea una figura literaria creada por el mismo discurso religioso, en lugar de un personaje histórico en sí. Otros, como Martin Schwarzt, defienden la existencia de Zoroastro por la singularidad de su autoría en la composición de los Gathas[6], textos que se explicarán un poco más adelante. Real o ficticio, lo que está más o menos claro es que se ubica hacia 1700-1300 aec[7], el momento en que la nueva religión aparece dentro del territorio iranio.
Las bases del culto zoroástrico
Si por algo es conocido el Zoroastrismo es por ser una de las primeras —si no la primera directamente— formas de culto monoteísta. Ahura Mazdā, el gran creador, es todo bien y ningún mal se desprende de él, es el principio y el final de todo, lo que se puede ver y lo que no está a la vista, la Verdad, Eternidad y Pureza. Es la figura que podríamos considerar dios principal dentro de esta religión. En sus textos, Zoroastro determina que no debe venerarse a otro más que a él.
Existen tres grandes ejes que dirigen el Zoroastrismo: Humata, los Buenos Pensamientos. Hukhta, las buenas Palabras. Huvarshta, los Buenos Comportamientos o Acciones.
Asha / Druj
El principio del asha también es fundamental. Asha es un concepto bastante complicado de definir, que en resumen se traduce como «verdad», «orden» o «rectitud/justicia»[8]. Asha es el curso de todo lo observable, como el movimiento de los cuerpos celestes, el cambio de estación o el estilo de vida nómada con todas sus tareas diarias, que se articulan en base a la salida y puesta del sol.
Las acciones contrarias a este orden son el druj, la «mentira», el «caos». Sin embargo, esta oposición de asha/druj no debe entenderse como la eterna dicotomía entre las fuerzas del Bien/Luz y el Mal/Oscuridad. Se trata de una contraposición más sistemática y menos personal, que enfrentaría la no-creación o el caos, cuyo contrario es la creación en un sentido casi biológico, de deterioro. Es decir, que lo natural para la creación es ir desapareciendo poco a poco hasta volver a convertirse en no-creación. O, de manera más sencilla, la mentira cuyo opuesto natural es la verdad. Ahura Mazdā no se considera creador del druj, sino que es su opuesto, de modo que oponerse al asha es oponerse al Gran Creador.
Dentro del asha/druj los seres mortales (tanto humanos como animales) juegan un papel determinante. Como creación física, están determinados a seguir un plan superior establecido por Ahura Mazdā; sin embargo, no están obligados a ello. El Zoroastrismo hace hincapié en la individualidad de las decisiones tomadas por las personas, que cuyas acciones y consecuencias son directamente su responsabilidad. Así que la predestinación es algo que este culto rechaza.
La acumulación de los tres principios arriba descritos hará que la bondad llegue a aquellos que los cumplan, mientras que los que obran en contra no consiguen sino acumular la ruina para sí mismos.
Ahriman
La dualidad, como se ha presentado, es un hecho dentro del culto zoroástrico, y por lo tanto incluso Ahura Mazdā tiene que tener su compañero al otro lado del cristal. Estamos hablando de Angra Mainyu, «el espíritu destructivo», que es mucho más conocido por Ahriman, su nombre en pahlavi o persa medio.
En los Gathas no es concebido exactamente como una divinidad, ni siquiera como un ente, sino más bien como una esencia etérea que es absolutamente contraria al espíritu de la rectitud, que representa Ahura Mazdā. Es el creador, pues, de todo lo que represente su otra cara: la oscuridad, la mentira, el abandono del camino. Su aparición fue tan potente que el término daēva acabó pasando de referirse a espíritus divinos a los mismos demonios, ayudantes y vástagos de Ahriman.
Ambos espíritus están en perpetua tensión para conseguir el alma de los hombres que, de nuevo, son libres de escoger hacia dónde dirigirse. Nada está determinado en el zoroastrismo, salvo que solo existen dos caminos y dos entidades: Ahura Mazdā y Ahriman. Inclinarse por uno significa al mismo tiempo desvincularse del otro, en todas y cada una de las decisiones y actos que se llevan a cabo día a día. Con el tiempo esto terminó derivando en la ya conocida cuestión de batalla entre el Bien y el Mal, tan asentada en la mayoría de las religiones.
Los textos sagrados: el Avesta
La palabra «Avesta» se refiere al conjunto de textos sagrados escritos en esta misma lengua, que representan las creencias de la religión zoroástrica. Muchos han sido los intentos por recuperarlas y compilarlas, siendo el más importante de todos ellos el realizado en colaboración de la autoridad Sasánida y los sacerdotes mazdeístas en el siglo VI. Estas reediciones fueron consecuencia, fundamentalmente, de la pérdida de numerosos textos tras la conquista de Alejandro Magno.
Los textos que se consideran primigenios son los Gathas, obra directa de Zoroastro, y después de estos el Yasna, el Visperad y el Vendidad. Con posterioridad se añadiría el Khordeh Avesta, que incluye los Yashts y el Siroza. Además hay otros muchos textos, como el Bundahishn, el Menog-i Kherad, la obra de Zadspram…
Pero todos ellos se irán comentando y presentando poco a poco, a lo largo de nuestra serie de artículos sobre el Zoroastrismo.
Bibliografía
Boyce, M.: A History of Zoroastrianism, vol. I. Leiden, Brill, 1975.
Boyce, M.: A History of Zoroastrianism, vol. II. Leiden, Brill, 1982.
FOLTZ, R.: Religions of Iran: from Prehistory to the Present, Oneworld Publications, Londres, 2013.
Gereti, C. G.: «Middle Persian Literature i. Pahlavi Literature», Encyclopædia Iranica. Nueva York, edición digital, 2009.
GNOLI, G.: Zoroaster’s Time and Homeland. A Study of the Origins of Mazdeism and Related Problems. Instituto Universitario Orientale, Series Minor VII. Nápoles, 1980.
Huyse, P.: «Iran viii. Persian Literature (1) Preislamic», Encyclopædia Iranica. Nueva York, edición digital, 2006.
Kellens, J.: «Avesta, the holy book of zoroastrians», Encyclopædia Iranica. Nueva York, edición digital, 1987.
KHLOPIN, I. N.: «Zoroastrism – Location and time of its origins», Iranica Antiqua, vol. XXVIII, 1993, pp. 95-116.
Rypka, J.: History of Iranian Literature. Dordrecht, D. Reidil Publishing, 1968.
SCHMIDTT, R.: «Zoroaster, the name», Encyclopædia Iranica. Nueva York, edición digital, 2002.
[1] FOLTZ, R., (op. cit.), pp. 4-6.
[2] Véase al respecto los trabajos de Mary Boyce, Richard Foltz, Jean Kellens y Carlo Gereti.
[3] FOLTZ, R. (op. cit.), p. 4; BOYCE, M., vol. I (op. cit.)
[4] Es así como aparece referenciado por Platón y por Janto de Lidia, de manera que al mundo latino también se trasladó como Zoroastro.
[5] SCHMIDTT, R. (op. cit.), p. 1.
[6] Visto en FOLTZ, R. (op. cit.), p. 32.
[7] BOYCE, M., vol. I (op. cit.), p. 1.
[8] Ibídem, p. 27.